miércoles, 11 de junio de 2008

Conferencia de Atenas

La búsqueda de una civilización madre es algo que me ha fascinado desde hace muchísimo tiempo, y es lo que me ha movido a enviar una contribución, aunque un poco naïf, pero contribución al fin y al cabo a la conferencia que tendrá lugar en Atenas los próximos días 11 y 12 de Noviembre
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Aquí dejo su texto íntegro a la espera de las modificaciones que haga de aquí al próximo día 15
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ATLÁNTIS, LA ÚLTIMA HEREDERA DE UN ANTIGUO LEGADO

El conocimiento es poder, ¿por qué nuestra civilización es tan poderosa? Por la capacidad de legar el conocimiento acumulado por las anteriores generaciones.

Imaginen que una gran destrucción sobreviene un buen día sobre nuestra ciudad, capital de nuestro gran imperio, una destrucción tal que en un solo día y en una sola noche es capaz de destruir nuestras fuentes de energía y capaz de diezmar nuestra población, esta es una leyenda que aún no existe ya que se transmitirá por las generaciones siguientes a la nuestra, que no conocerán el esplendor de lo que hoy tenemos.

La concentración del conocimiento, solo reflexionen, si hoy se viniese abajo nuestra civilización, nuestra sociedad, ¿alguno de ustedes por si mismo sería capaz de mantener lo que nos identifica? ¿Podrían generar electricidad? ¿Podrían fabricar un plato? ¿Un vaso? ¿Podrían cultivar un huerto? Quizá con mucho trabajo, pero, ¿y todo el saber que hasta entonces nos hacía prácticamente omnipotentes?

Seguro que para la segunda generación después de la nuestra no tendría sentido. Sólo quedarían los mitos, las leyendas de una época fantástica que nuestros descendientes añorarían.

¿Se perdería todo? Seguro que no, seguro que por un tiempo pequeños grupos mantendrían una limitada capacidad técnica, seguro, pero finalmente todo se vendría abajo pasado un tiempo, ya que no habría ingenieros, físicos, matemáticos. Nuestra sociedad tecnológica finalmente, se ha venido abajo.

Pero eso sí, parte de ese saber permanecería, seguro que tendrían acceso a él ciertas castas de iniciados que se organizarían de esa manera como forma de supervivencia de ese propio saber.

Hace unos 12.500 años aproximadamente, la última de las colonias de la civilización madre, la Atlántida, se encuentra cara a cara con la destrucción, un cataclismo capaz de destruir su capital, base de su orgulloso imperio en un solo día y una noche.

Tras el desastre, algunos atlantes supervivientes van junto con su mermado poder y conocimiento hacia tierras más benévolas, quizá hacia tierras en las cuales no se sientan extraños, quizá hacia tierras en las cuales ya habían sembrado su conocimiento, quizá, entre otros lugares, hacia Egipto.

Aquí es donde se realizan las hazañas tecnológicas más fascinantes de la antigüedad. Es por su permanencia por lo que lo sabemos, son los antiguos griegos los que beben de estas fuentes y los que fundan nuestra actual cultura occidental.

Fíjense, aproximadamente hacia el año 290 a.C se hizo un experimento inédito, al menos para lo que nosotros conocemos de la Historia. Se concentró el saber y el conocimiento en un lugar, en el cual se daría libertad para consultarlo y desarrollarlo a los pensantes de la época, pues bien, gracias a este experimento llamado la Biblioteca de Alejandría se produjo el más importante avance científico hasta 1600 años después.

Euclides que desarrolló su geometría, Apolonio de Pérgamo con el desarrollo de las secciones cónicas, Herón de Alejandría que fue autor de la obra autómata en la que entre otras cosas inventó las cajas de engranajes, Galeno que fue el padre de la actual medicina, y así un largo etcétera, pero lo más intrigante es que en la mayoría de los casos se consultaban saberes más antiguos de ignota procedencia que estos sabios desarrollaban.

Son todas las tradiciones antiguas, aquellas en las que su procedencia se pierde en la niebla de las leyendas, las más potentes. Todo mito antiguo en tan cierto en sus líneas maestras como falso en sus detalles, son esas leyendas, en sus orígenes, la forma de supervivencia de un saber ancestral.

Un ejemplo, y me centraré en España, mi país, se habla de el sacrificio de toros en la antigua cultura Atlante, pues bien, si por la intensidad de la misma se pudiese definir la cercanía del origen y la pervivencia de una tradición (más o menos afortunada en los tiempos actuales), sin duda alguna España quedaría definida por este aspecto como descendiente de la cultura de la Atlántida, ya que aún pervive ese culto al sacrificio del toro en las actuales corridas que se celebran por toda nuestra geografía, y esto es algo que se remonta más allá de la Edad del Bronce, aunque los restos que nos confirman dicha antigüedad se hallan en Creta, en la antigua civilización minoica.

Pero hay más, mucho más en España, sobre todo en el Sur de España. En Jaén podemos hallar el yacimiento de Marroquíes Bajos, una obra maestra del Neolítico, sin igual en sus alrededores, nos presenta un yacimiento de anillos concéntricos separados por canales de agua de unas dimensiones similares a las que nos narraba Platón.

O cerámicas encontradas por las cercanías que en la actualidad se hallan en el Museo Arqueológico de Madrid en las que aparecen dibujados anillos concéntricos atravesados en uno de sus extremos por una línea a modo de canal, igual que Poseidonis, que unía estos con el exterior, o las pinturas rupestres de la “Cueva de la Batanera”, en la cual aparecen las mismas pinturas que en las cerámicas anteriormente referimos.

¿Es la misma Andalucía comenzando por su denominación una reminiscencia del nombre de Atlántida?, similitudes las tenemos muy cercanas, los montes Atlas en Marruecos o el océano Atlántico, la epigrafía ibérica y la tartessica, recordemos que Tartessos según todos los indicios se encontraba en esta zona de la Península Ibérica, son muy similares y por que no, pueden ser derivación de los signos geométricos empleados en la España prehistórica, a pesar de que en la actualidad se considera derivada del líbico, cretense o fenicio.

Pero en el asunto atlante no hay que buscar una exclusividad delimitada por el territorio, más bien toda la cultura occidental es heredera de su legado, está bastante claro que algo terrible sucedió hace unos 12.000 años, es bastante probable que fuese una catástrofe natural la que sucediese y ante de la imposibilidad de poder explicarlo las generaciones venideras lo achacaron como una venganza de los dioses ante la arrogante actitud de este pueblo, es bastante correcto afirmar que tenían un conocimiento sólido, unas reglas, unas leyes que se difuminaron por la debilidad que representa al ser humano fuera de una sociedad organizada. Es lo efímero del ser humano lo que nos debería hacer reflexionar ante la arrogancia que nos caracteriza, para poder conocer mejor nuestro pasado y afrontar en mejores condiciones nuestro futuro.
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A falta de la traducción en la que me va a ayudar de forma inestimable mi amiga Maria y de su pulido final.